Últimamente le estoy haciendo caso inusitado a un tipo de música al que jamás le había prestado gran atención: el electrodance. Música de baile orgánica, que le dicen, haciendo referencia al hecho de que en su ejecución la intervención humana tiene tanta o mayor importancia que la programación de máquinas. Así, las formaciones de estas bandas no se diferencian demasiado de una de rock o pop al uso.
Y me gustan. Al menos suelo disfrutar mucho de sus conciertos, aunque no soy amigo de poner sus grabaciones en casa. Supongo que la fuerza del directo y el contagio emocional del público entusiasta tienen mucho que ver con esto.
El último de estos grupos que he fotografiado ha sido Fuel Fandango que, al parecer, están en la cresta de la ola, como testifica el sold out en el Kafe Antzokia (recuerdo que era Santo Tomás y la chavalería estaba mayormente de cachondeo por el Casco Viejo) y la cantidad de gente que suplicaba en la taquilla para poder entrar («que somos un grupo de diez y tenemos siete entradas», argumentaban).
El concierto resultó ser, a pesar de lo dicho arriba, más mecánico que orgánico, con gran protagonismo de las bases grabadas, aunque sin desmerecer el gran trabajo de la base rítmica humana, que lo hizo francamente bien.
En todo caso, la protagonista de la velada era Nita, la cantante. A mí me recuerda bastante a Mónica Naranjo, pero menos gritona. Estética cuidadísima, gestos histriónicos y deje andalusí de proyección internacional (hay canciones en castellano y en inglés) son sus señas de identidad. Como podéis ver en el siguiente
Setlist del concierto: