Vivimos tiempos en los que bandas encadenan su gira de despedida con la de retorno; los adioses significan hastaluegos y los hastalavistas hay que entenderlos en sentido literal, porque los volveremos a ver. Disolver un grupo ya no es lo que era, si es que algún día fue algo, hasta el punto de que ni la muerte física impide a Dio y Frank Zappa seguir actuando en forma de hologramas. Son tiempos que nos han hecho mirar con cinismo los anuncios de “últimos conciertos”. Hasta los propios grupos son conscientes de este hecho y es ya raro escuchar despedidas contundentes, definitivas, sin paliativos y sin dejar la llave debajo del felpudo, no vaya a ser que haya que abrir esa puerta que ahora cierran “para siempre”. Hoy día todo son “nos damos un tiempo”, “necesitamos parar una temporada”, y fórmulas semejantes.
Todo ello, sin embargo, nos viene de perlas para sobrellevar disoluciones dolorosas como la que nos ocupa: la de Yellow Big Machine, que dieron su anunciado último concierto el pasado día 26 ante un un lleno Kafe Antzokia, que disfrutó como siempre del repertorio y se emocionó, seguramente como nunca, con la actuación de Álvaro, Pablo, Sergio y Rober (y Cristina y Canario como invitados).
Hay grupos con los que sentimos afinidad más allá de las grabaciones, de los conciertos, de las canciones. Grupos (o solistas) por los que sentimos verdadero cariño. En ocasiones son personas que no conocemos y el sentimiento surge de intangibles (la actitud y la comunicación desde el escenario, la forma de llevar su carrera, el compromiso, el mero hecho de haberlos visto crecer y hacerse grandes desde los garitos hasta los grandes escenarios, o porque sus canciones fueron la banda sonora de momentos especiales); en otras ocasiones, conocemos a esos grupos en persona y aunque se suele decir, seguramente con razón, “mejor no conozcas a tus ídolos”, el contacto humano no hace más que agrandar el concepto que teníamos de ellos.
Yellow Big Machine es uno de estos casos: magníficos en lo musical y mejores aún en las distancias cortas. Energía y suavidad, gritos y melodías sobre el escenario; entusiasmo y cercanía debajo de él. Esto último, por suerte, permanecerá, lo primero se acabó la semana pasada y, por supuesto, cuando me lo hicieron saber, no dudé ni un minuto que debería estar presente para documentarlo con mi cámara, igual que hice con varios momentos clave de su carrera en los últimos 8 años (Villa de Bilbao, Izar & Star, BBK Live,…).
Todo ello, en estas 11 galerías.
See you next, time, YBM!